Wiki José Salazar Cárdenas
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USOS Y COSTUMBRES EN LA ANTIGÜEDAD[]

En el hogar eran muy usadas dos formas de cunas rústicas para niños menores de seis meses. Una de ellas constaba de un bastidor de madera labrada, en forma de un rectángulo de aproximadamente 90 cms., de largo por 60 cms., de ancho, teniendo los lados más o menos 20 cms., de altura por una pulgada de espesor. Este bastidor tenía perforaciones en las cuales iba atada una malla de mecates y sobre de ella se colocaba un petate pequeño y un tendido donde se acostaba al niño. El bastidor iba atado en sus cuatro esquinas con cables o mecates que terminaban en uno solo más grueso atado al techo de la casa, de tal modo que la cuna quedara colgada a una altura aproximada de un metro del suelo.


Otra forma de cuna, usada en el medio rural, era similar a la anterior, pero el bastidor estaba formado por un bejuco redondo como de 4 cms., de espesor, de forma oval, al cual se ataba la malla de mecate para quedar pendiendo del techo en la misma forma descrita.


Una forma rústica de cama era usada por personas humildes o campesinas, se llamaba tapeixte, formado por un tejido de varas o carrizos atados entre si, de 1.70 o 1.80 metros de largos por un metro de ancho que descansaban sobre de un bastidor formado por palos que se sostenían en cuatro horcones enterrados y que sobresalían de 50 a 60 cms., del suelo.


Se usaba también el llamado catre de mecates. Consistía en un bastidor compuesto por dos chambranas y dos travesaños, al que iba atada una malla de mecates sobre de la cual se colocaba un petate y otros tendidos, todo ello sostenido por cuatro patas torneadas. Sobre del catre era muy usado un pabellón de manta de cielo o linón que se colocaba sostenido por un armazón de madera, en defensa contra los mosquitos.


Estos muebles rústicos resultaban adecuados al clima caluroso, característico de nuestra costa.


Eran muy utilizadas las hamacas de acapán en los corredores de las casas.


También fueron muy usadas en la antigüedad las sillas de descanso, de tijera de madera con lona, que eran plegadizas, así como los catres de lona blanca de tijeras plegadizas de madera labrada. De igual forma, los percheros o clavijeros fueron muy acostumbrados para colgar ropa y sombreros.


Para regar las banquetas y las plantas del jardín, fueron usadas las regaderas de lámina con cebolla.


Cuando aún no existía iluminación eléctrica, se usaban los aparatos de petróleo o quinqués y velas de parafina que se colocaban en candeleros. Las linternas conocidas como ferrocarrileras, que eran portátiles, usaban como combustible el petróleo y ardían mediante una mecha trenzada de tejido de algodón. Eran muy útiles porque su mecanismo impedía que las apagara el viento.


Los niños usaban para escribir en las escuelas, las pizarras, hechas de una lámina negra de material carbonoso sobre de las que se escribía con un lápiz especial llamado pizarrín, cuya escritura podía ser borrada.


Para escribir con tinta se usaban los canuteros, que eran unos manguillos de madera sobre los que se insertaban unas plumillas metálicas especiales que se mojaban en tinta de un frasco pequeño llamado tintero. Antes de eso se usaron las plumas naturales de aves, principalmente de pato, para hacer la escritura.


Cuando una persona fallecía, los familiares lo notificaban a sus parientes y amistades más intimas mediante la esquela de defunción, que se mandaba imprimir con urgencia al ocurrir la muerte. Era una carta que se doblaba en forma de sobre y contenía los datos de la hora de la defunción y fecha del sepelio, como una demostración de atención y cortesía a la que obligaban la educación y los buenos hábitos. Fue una costumbre de refinamiento en el trato social que infortunadamente ha desaparecido por completo y que va marcando el camino que seguirán otros hábitos, haciendo más indiferente y egoísta nuestra existencia, que nos conduce a aislarnos más de nuestros semejantes, que habla mucho de la pérdida de valores morales en el trato de la sociedad actual, que indudablemente repercute rebajando el significado de la vida humana al ir desapareciendo las cualidades y virtudes que conforman el carácter distintivo y único de nuestra especie.


La esquela era de fondo blanco con marco negro y en el caso de que la persona fallecida fuera del sexo femenino y se conservara señorita hasta su muerte, la esquela era totalmente blanca.


Este medio de hacer saber el óbito de alguna persona, se enviaba a domicilio con un propio para que su reparto fuera hecho con prontitud.


Los amigos de la persona fallecida acudían al velorio llevando velas, café o azúcar que entregaban a los familiares del difunto.


En la antigüedad, que eran escasas las flores naturales por la falta de agua, se acosturnbraba hacer coronas de flores de xolocoahuitl y de xacalasuchitl que se llevaban al panteón como ofrenda a los fieles difuntos en la fecha dedicada a ellos.

Los Alimentos[]

Era muy acostumbrado en los desayunos y meriendas el chocolate hecho a mano. Había mujeres que se dedicaban a prepararlo. El cacao se tostaba en el comal y se molía en metate revuelto con azúcar y canela. Se hacía una masa con la que se moldeaban pequeñas tablillas. Con ellas se preparaba la espumosa bebida en agua o con leche, que se acompañaba de oloroso pan recién horneado. Había unos largos jarros de barro vidriado hechos especialmente para ese uso. Al prepararse la bebida, se batía con un molinillo cuidadosamente labrado en madera.


El café negro o café de olla, era muy acostumbrado en las mañanas y en las noches. También era elaborado en casa. Los granos de café ya secos y descascarados, se tostaban en el comal y se molían en metate y el polvo así preparado se guardaba al abrigo de la humedad.


En las rancherías o lugares alejados donde no se conseguía el café, se usaban los granos de mojo, fruto de un corpulento árbol que existía antes en gran cantidad en los cerros que una vez secos y descascarados después de exponerlos al sol, se tostaban y se molían en la misma forma que el café y se preparaba con el polvo una bebida que se le llamaba café de mojo, con sabor distinto al verdadero café, pero semejante en su consistencia y aspecto.


El azúcar que se usaba en tiempos pasados era de marqueta, un bloque casi del tamaño de una barra de hielo, que se partía con una pequeña hacha para su venta en las tiendas. También se le nombraba azúcar de terrón. En la temporada de lluvias no se podía conservar mucho tiempo, ya que por su poder higroscópico, con la humedad ambiente se reblandecía con mucha facilidad.


En los lugares alejados o donde no había comercios, era costumbre usar bolas de dulce que venían envasadas en botes de lámina de mediano tamaño con tapadera removible y que se usaban para endulzar café o agua fresca.


Había una forma de azúcar muy morena, que contenía impurezas, hecha con los residuos del azúcar que se refinaba, que se vendía en panes o trozos, que se llamaba cachaza y a la que se liberaba de esas impurezas disolviéndola en agua caliente, que luego se colaba y servía para endulzar atole u otros alimentos. Se traía de los trapiches envuelta en hojas de maíz.


En rancherías y lugares alejados donde no había panaderías, se consumían las galletas de animalitos para el café o la leche.


En la antigüedad eran muy acostumbrados en el desayuno los sopitos de masa con sal, fritos en la manteca, acompañados de café. También los sopes de masa con panocha eran preparados en el comal.


La cecina de res y la carne adobada de puerco eran muy usadas en la alimentación de tiempos idos.


Entre la gente humilde del campo, eran alimento habitual, las carnes de animales silvestres que se obtenían de la cacería. Por la abundancia de rumiantes cérvidos, era muy acostumbrada la carne de venado, fresca o seca, como cecina. También formaban parte de la alimentación humana, las carnes de conejo, iguana, armadillo, chachalaca, huilota y codorniz.


Se acostumbraba mucho el rompope, una bebida preparada en casa con leche, huevos, alcohol y canela.


Las toqueras eran acostumbradas en tiempo de elotes. Se preparaban rebanando los elotes sazones, a punto de convertirse en maíz. Los granos se trituraban y se amasaban con sal y mantequilla. De esa masa se hacían pequeños sopes que puestos en hojas de elote y cubiertos por otras hojas iguales, se exponían al fuego sobre el comal, hasta su cocción.

Como golosinas y frutas silvestres se usaban:[]

Tamales de ciruela hechos de conserva que se preparaba con ciruelas tiernas y panocha o azúcar.


Las ciruelas pasadas, eran las ciruelas rojas maduras cocidas con sal y puestas al sol.


Las pitayas y pitahayas eran muy apreciadas.


Los chupalcojotes, son el fruto de árboles muy grandes que abundaban en los cerros en épocas pasadas que maduran durante el temporal de lluvias, del tamaño de una ciruela pequeña, de sabor agridulce.


Las guámaras y chocohuistes son los frutos de plantas silvestres semejantes a un maguey de delgadas pencas, de sabor muy ácido.


Los huizilacates, fruto pequeño del tamaño de una uva, de color negro, de sabor dulce, muy gomoso y que deja los labios pegajosos cuando se come.


En los banquetes de fiestas de cumpleaños, aniversarios o matrimonios, se acostumbraban platillos netamente colimenses como el temole dulce de gallina y la birria y como bebida, el ponche de granada.


Utensilios de cocina y el lavado de ropa[]

El menaje de la cocina antigua estaba compuesto en su forma más primitiva y arcaica por el nixtenco o pretil rudimentario hecho con horcones, una plataforma de palos forrada con barro que se alisaba con las manos, el fogón para el comal y otro fogón para las ollas, donde se usaba fuego de leña. El metate, el molcajete, un tapeixte de varas que se usaba como mesa y un zarzo para guardar alimentos.


Posteriormente el pretil era de ladrillo enjarrado, con hornillas y un hueco en su parte inferior para almacenar la leña. Se tenía una tinaja o un cántaro para el agua de bebida y una pila para el agua de uso doméstico. Casi todos los utensilios de cocina eran de barro, como ollas, jarros, comal y platos burdos. Otros utensilios pequeños eran de madera, como cucharas, molinillo, paletitas, bateas. Las jícaras para el manejo del agua en el lavadero y las balsas para conservar calientes las tortillas, hechas de bules. Había objetos de fierro como el asador de carne y tenazas para manejar las brasas.


El lavadero estaba junto a la pila y generalmente los dos cerca del pozo de agua. Había en el patio de las casas un asoleadero hecho con piedras de gran tamaño agrupadas y tendidas en donde se extendía la ropa para blanquearla.


Antes de la era de los detergentes modernos, se usaba el jabón corriente, que se sigue usando, hecho en marquetas o panes, que se elaboraba con sebos animales o aceite de coco y sosa. El detergente antiguo era la lejía, una especie de jabón impuro que se vendía en forma sólida y líquida, con la que se acostumbraba dar la primera enjuagada a la ropa muy sucia o engrasada y después se terminaba de lavar con el jabón común y corriente.


En forma rudimentaria se usaba en la antigüedad el fruto de un árbol llamado asmol, que son unas bolas del tamaño de un tomate, que machacadas se frotaban en la ropa haciendo las veces de un jabón, ya que espumaba como si lo fuera.


En tiempo remoto, antes de que aparecieran los shampoos, se usaba una preparación de asmol verde triturado, molido y colado, se le agregaba asmol maduro también molido y unas rebanadas de jabón de olor.

El Vestido[]

La ropa de vestir característica de épocas pasadas, era en la mujer casada o de mayor edad, vestido de dos piezas, compuestas por una blusa de telas delgadas y una falda llamada enagua, que era larga y cubría casi toda la pierna. En la mujer joven se acostumbraban vestidos de una pieza. El rebozo en la mujer, como el sombrero en el hombre, eran prendas que cumplían su finalidad principal de preservar la cabeza de las agresiones de los elementos naturales como el sol, la lluvia, el frío y el viento. Se usaban los rebozos de algodón y de seda, de llamativos colores que se llevaban sobre los hombros y la espalda, cayendo los flecos sobre el pecho. La mujer humilde o de clase media, usaba el rebozo para el diario y cuando asistía a misa o los domingos al jardín, chal de hilo o de encaje de seda negra. En la antigüedad la liturgia católica obligaba a la mujer a cubrirse la cabeza al entrar al templo. Así también, cuando asistía a velar a un difunto, era obligado, por respeto, hacerlo. Eran muy usadas las suaves sandalias de gamuza amarilla, hechas en Colima, para cubrir los pies.


El hombre usaba la camisa de manta llamada cotón, calzón largo de manta que era cruzado y se ataba a la cintura mediante cordones o cintas de la misma tela y a los tobillos en igual forma. En la cintura llevaba un ceñidor de hilo de franela de color rojo. Era orgullo del hombre antiguo que se dijera de él, en referencia a su ropa, que “blanqueaba como hueso en llano”. Cubría su cabeza con el clásico sombrero grande colimote de palma, cosido a mano, con barbiquejo de gamuza amarilla. Cubría sus pies con los huaraches colimotes llamados de vuelta y vuelta, con suela de vaqueta y correas del mismo cuero de res.


También era usado el sombrero conocido como guaymeño, que era de palma tejida, muy liviano y de tamaño más chico que el sombrero colimote. El hombre de posibilidades acentuaba su elegancia con el sombrero tejano de fino fieltro, de color beige, en el tono de la ropa militar usada en esa época, camisa, pantalón y botines finos.


En el hombre, la demostración de respeto por un lugar, ya sea penetrar a un templo, asistir a un velorio, a un funeral, a una oficina, a una ceremonia cívica, ha sido siempre descubrirse la cabeza.


En tiempos pasados, la mezclilla era una tela que se usaba mucho en la confección de pantalones de trabajo para el hombre de campo y por su bajo costo era utilizada en forma popular. Más tarde se convirtió en una tela de gran precio al ser lanzada por los fabricantes de ropa hecha, en modas juveniles de pantalones de vestir, quitándole a esa prenda el viril y tradicional corte recto, de uso exclusivamente varonil, para ser usada posteriormente en la fabricación de pantalones para uso de la mujer.


En la época antigua, fue muy usada en las cortas temporadas de temperatura benigna, la chaqueta de mezclilla, que más tarde, cuando se generalizó el uso de ropa hecha, se le conoció con voz extranjerizante como jompa.

Cabe mencionar que también había costureras de profesión,en la decada de los 40's estaba una muy conocida,Maria Guadalupe Barreto Aguilar viuda de Lorenzo Gutierrez Barajas,y en la decada de los 50's daba clases de corte y confección en la presidencia municipal.

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