Es nuestro interés ofrecer esta modesta pero entusiasta colaboración a la labor de investigación, con el mejor y más noble de los propósitos de que sean conocidos y conservados por las recientes generaciones, tantos y tantos vocablos y locuciones que fueron usados por nuestros antepasados en su vida diaria. El hecho que seamos colimenses de nacimiento y que todos nuestros ancestros también lo hayan sido, nos ha permitido oír, desde nuestra niñez, muchas de las voces aquí consideradas. Aunada a esto, nuestra larga vida profesional de trato directo con los sectores de la población más representativos del lenguaje popular, en especial con los campesinos, nos ha dado oportunidad de abrevar en las claras aguas de ese privilegiado vocabulario. El pueblo es el crisol donde se funden y purifican las expresiones cotidianas de manera productiva y fecunda, del cual recibimos ese baño esplendoroso de pintoresquismo que les es particular a los más puros y auténticos decires populares, fuente caudalosa de la esencia de nuestra región. El lenguaje campesino es el más pintoresco y expresivo, y en sus manifestaciones brillan la fina gracia y el alma picaresca y folklórica. De él hemos recogido las flores y frutos de encantamiento que lo caracterizan. La gran mayoría de las voces aquí consignadas tuvieron su origen en nuestra región. Otras más, siendo oriundas de nuestro país, han tenido un uso predominante en la zona occidente de la nación y unos pocos vocablos que aquí aparecen, siendo castizos, del sur de España en mayor número, su empleo casi se ha limitado a nuestra zona, siendo esta circunstancia explicable, debido a que la mayoría de los peninsulares que nos conquistaron y colonizaron estas tierras, procedían de esa parte de la península ibérica. Los últimos pobladores indígenas de la entidad, antes de la llegada de los españoles, formaban una tribu descendiente de los nahuatlacas y ellos nos legaron un recuerdo de su idioma en la supervivencia de muchas voces de ese origen. Hemos dado preferencia a todo lo relacionado con las costumbres y tradiciones que forman las raíces de todo agrupamiento humano. En cuanto se refiere a la flora y la fauna vernáculas, hemos incluido a los ejemplares que por su abundancia o por la utilidad que han prestado a los habitantes, por ser nocivos a la comunidad o por la forma peculiar de ser llamados, se han distinguido entre los demás. De manera contraria a la costumbre establecida en los diccionarios, decidimos hacer la separación entre vocablos, expresiones, modismos y refranes, porque pensamos que al cambiar la redacción original de los giros lingüísticos del dialecto popular, se corría el riesgo de que perdieran sentido y autenticidad.
J. S. C. |
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PREÁMBULO
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